domingo, 17 de noviembre de 2013
Terminan las clases y decís; "buenísimo, me libro de que mucha gente me rompa las pelotas", pero no, pasan tres años, te cambiás de liceo, y aún así no los evitás. Y no, claro, debe ser porque son del barrio. No le alcanza con pedirte un vestido, o un par de zapatos, que te inflan las bolas pidiéndote la cédula. Sisi, dale, hay tanta amistad de por medio y yo soy taan buena onda que te la voy a prestar, porque seguro que me chupa un huevo que me la llegues a perder y yo termine garpando el trámite urgente para poder dar los putos exámenes. (Y una vez más, me hago toda la película)
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