— Alberto Fuguet, Mala onda.
jueves, 16 de enero de 2014
"Es obvio que algo le atraigo. Pero también le repelo. Y viceversa. Por eso somos el uno para el otro y por eso no pasa nada. Odio casi todo lo que hace, detesto cómo piensa, me deprimen su moral y su familia(…), me fascina como le cae la ropa, me calienta su inteligencia. Y eso de que se niegue a cambiar de punto de vista, a aceptar que yo quizás tenga algo de razón. Su voz me deja gateando, lo reconozco, y su sonrisa, cuando está enojada, me trae los mejores recuerdos. Es mucho mayor de lo que parece y sé que si nos casáramos, por ejemplo, jamás me abandonaría si me sería infiel, tan sólo dejaría de hablarme, de celebrar mis estupideces(…) Su orgullo y su ego son tales que jamás va a reconocer su necesidad de afecto. O que echa de menos cualquier cosa. O que no se la puede sola."
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